¿Aceptarte tal como eres?

19 de mar. de 2023

A veces podemos tener esta noción errónea de que las personas, por lo general, somos buenas. Es decir, podríamos pensar que la gente tiene uno o dos detallitos que se pueden arreglar con un poco de trabajo, pero que en el fondo están bien tal como son.

Lo cierto es que no. Todas las personas tenemos una tendencia al mal, a utilizar a los demás, al placer desenfrenado, a la vanidad, a la comodidad, etcétera. Además, nuestra oración muchas veces es pobre y discernir la voluntad de Dios nos cuesta mucho. ¿Por qué? Pues porque, en lo profundo, hay algo tremendamente roto en nuestro interior y que no podemos arreglar por cuenta propia. Evidencia de esto es el evangelio de ayer, Lucas 18: 9-14:

Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola: «Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas". En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!". Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado».

En otras palabras, la persona que ignora lo malvada que es—como el fariseo—muy probablemente no está yendo por buen camino. En cambio, la persona que puede ver la realidad de su corazón pecador es una persona que está cerca de Dios.

Esto no quiere decir que nuestra meta como cristianos sea ser pecadores. Todo lo contrario: si llevas un rato siguiendo al Señor y tus pecados no han disminuido tanto como esperabas, sería bueno acercarte a un sacerdote para pedir dirección espiritual. La meta del católico es ser perfecto, en todo el sentido de la palabra.

No obstante, mientras recorremos el camino para ser perfectos, es importante recordar que sin la piedad de Dios estamos permanentemente rotos. Es solo por Su misericordia que podemos crecer en virtud. Por eso, en la misa pedimos perdón por nuestros pecados y le rogamos al Señor que tenga piedad de nosotros. También por eso es importante arrepentirnos y reconocernos pecadores ante Él.

Esto significa que debemos rechazar la frase popular «acéptate tal como eres» cuando se utiliza como excusa para no cambiar. Aceptarte a ti mismo y no cambiar es reconocer tu pecado y quedarte de brazos cruzados. Más que «aceptarse a uno mismo», es importante reconocer lo malvados que somos, arrepentirnos de nuestros pecados, recordar la dignidad que tenemos como hijos de Dios y decidir ser perfectos mediante la gracia y la misericordia de Jesús, pues Su voluntad es que seamos perfectos como Dios Padre es perfecto (Mateo 5:48).

Diego Hernández

Soy un nerd de tiempo completo que en sus ratos libres se dedica a escribir código, tomar café y leer. Ah, y de vez en cuando también juego a defender la fe!