Homosexualidad, ¿delito o pecado?

El martes 24 de enero el Papa Francisco fue entrevistado por parte de Associated Press. Fue un espacio donde tuvo la oportunidad de dialogar con respecto a diversos temas de la actualidad. Lo que más destacó—y por obvias razones—fue lo que dijo sobre la criminalización de la homosexualidad en relación con la postura de la iglesia, y su responsabilidad con el tema.

La respuesta que compartió el Santo Padre fue extensa pero, como es de esperarse, muchas de las redes y medios de comunicación tomaron la contundente decisión de desinformar a la población de lo que habla el Papa.

He aquí mi reflexión: a lo largo de los años ha existido de manera clara un mal trato hacia las personas que experimentamos atracción hacia el mismo sexo (AMS). No cabe duda (y esto lo menciona nuestro Papa dentro de la entrevista) que hoy en día existen persecuciones a hermanos con AMS en muchos países, ataques que atentan contra la vida de ellos llegando a niveles extremos. Dentro de la iglesia, no se puede negar que existe un alto grado de desinformación y, por ende, un maltrato a nuestros hermanos con AMS. Es algo que sé que con los años ha sido trabajado por medio de la formación y luz del Espíritu Santo. Sin embargo, esto no quita el hecho de que todavía existen miembros del cuerpo de Cristo que carecen de un conocimiento del mensaje que tiene Dios para todos nosotros.

Externar esta preocupación es indispensable, porque muchas veces podemos decir, “no es para tanto, es simplemente otro intento de fake news”. Pero, verdaderamente, un mensaje así tiene el poder de afectar significativamente a una población herida. Siendo yo una persona que ha sido educada dentro de la fe y que, al mismo tiempo, reconoció este tipo de atracción a corta edad, fue difícil quitar de mi vida esa mentira de que me iré al infierno en automático, que Dios me rechaza y que no soy amada por Él simplemente por mi orientación sexual. No todos han tenido la fortuna de tener ese apoyo de personas (sacerdotes, religiosos, laicos, misioneros, familia, amigos, etc.) como yo he tenido.

El catecismo de la Iglesia Católica (párrafo 2358) dice lo siguiente en relación a la homosexualidad:

Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.

Este texto es una luz impresionante y, aunque existen otros documentos de la Iglesia que pueden revelar un camino más claro, el párrafo 2358 es suficiente para entender lo más importante: la santidad.

Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (Lumen Gentium 40). Todos son llamados a la santidad: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48) (CIC 2013).

Hermanos, el mensaje que Dios que el Papa Francisco nos comparte es un llamado, una invitación, un recordatorio: «No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú me perteneces» (Isaías 43, 1). No permitamos que el mundo siga esparciendo esta epidemia de un odio, fundamentado en una mentira que solo tiene por intención dividir y alejarnos de la verdad. Sabiendo esto, ya eres responsable de compartir la verdad, y de seguir aprendiendo. Así como tú tienes tus luchas y muchas veces no sabes que hacer, o te sientes solo, o necesitas ser consolado; tampoco prives a tus hermanos de ese bello regalo de saberse amados y acompañados por Jesús.