¿Estaría cometiendo un pecado mortal si creyera que cierto acto es gravemente incorrecto—aunque no lo fuera—y lo hiciera de todos modos?

Pregunta:

Si crees que algo es un pecado mortal (aunque sólo sea venial), y sigues adelante y cometes el pecado, entendiendo que al cometer un pecado mortal te estarías privando de la gracia santificante y ofendiendo enormemente a Dios, ¿entonces estarías cometiendo un pecado mortal?

Respuesta:

En este caso, el pecado venial se convierte en mortal porque la persona ignora su consciencia y comete un pecado que transgrede su consciencia de manera grave.

Bajo el título «El juicio erróneo», el Catecismo afirma:

La persona humana debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia. Si obrase deliberadamente contra este último, se condenaría a sí mismo. Pero sucede que la conciencia moral puede estar afectada por la ignorancia y puede formar juicios erróneos sobre actos proyectados o ya cometidos. (párrafo 1790).

Al escribir a los Romanos, Pablo habla de una delicada situación pastoral en la Iglesia del siglo I. Había muchos cristianos judíos que seguían creyendo que ciertos alimentos eran impuros o estaban prohibidos por otros motivos (por ejemplo, gran parte de la carne que se vendía en los mercados gentiles había sido sacrificada a los ídolos). Pablo explicó que ninguno de esos alimentos era realmente impuro o estaba prohibido, pero insistió en que sus lectores no debían hacer cosas que tentaran a la gente a comer esos alimentos si eso violaba su conciencia:

Dejemos, pues, de juzgarnos los unos a los otros. Examinémonos, más bien, no sea que pongamos delante de nuestro hermano algo que lo haga tropezar. Yo sé, y estoy seguro de ello en el Señor Jesús, que ninguna cosa es impura de por sí, pero sí lo es para quien la considera impura. Entonces, si tú ofendes a tu hermano con lo que comes, ya no vives según el amor. No vayas a destruir con tu dieta a aquel por quien murió Cristo. (Romanos 14: 13-15)

Las consecuencias mortales de pecar de esta manera son claras. Pablo habla de un individuo que es "destruido" por violar su conciencia de esta manera: «No destruyas la obra de Dios por cuestión de alimentos; si bien todos son puros, es malo comerlos cuando causa escándalo» (Rom 14: 20). «Pero si uno come cuando su conciencia se lo reprocha, se condena a sí mismo, pues su convicción era otra, y todo lo que uno hace en contra de su convicción es pecado» (Rom 14: 23).

Al final, cuando todo esté dicho y hecho, estaremos solos ante el tribunal de Dios y «Cristo glorioso, al venir al final de los tiempos a juzgar a vivos y muertos, revelará la disposición secreta de los corazones y retribuirá a cada hombre según sus obras y según su aceptación o su rechazo de la gracia» (CIC 682).