Mito: «Ser anti-pornografía es ser anti-sexo»

En la década de los 80, surgió el término «sex-positive feminism», que en inglés significa feminismo sexualmente positivo. Esta expresión surgió como respuesta a los sentimientos anti-pornografía que eran comunes entre feministas.

Ellen Willis, la autora que por primera vez acuñó dicho término, creía que estar en contra de la pornografía significaba decirle a la mujer: No deberías ser como aquellas que representan personajes disfrutando el sexo. La actriz Miriam Weeks, popularmente conocida como Belle Knox, también expresó una postura similar hace un par de años:

Tal y como yo lo veo, existe un cisma desafortunado y significativo en nuestro movimiento entre las feministas sexualmente negativas (mujeres que creen que el sexo, especialmente la pornografía, es degradante y está imbuido de luchas de poder) y las feministas sexualmente positivas, pro-kink y pro-fetichistas (mujeres como yo que creen que la liberación sexual es primordial para lograr el progreso y la igualdad). (Weeks, 2014)

Para muchas personas como Miriam Weeks y Ellen Willis, estar en contra de la pornografía es sinónimo de estar en contra del sexo. Pero hay varios problemas con esta creencia. Para empezar, decir que necesitamos la pornografía para evitar la represión sexual es como decir que necesitamos la gula para evitar la anorexia. La pornografía es una celebración del sexo tanto como la gula es una celebración de la comida. En ambas instancias, aquello que debería ser apreciado no se aprecia para nada, sino que se trastorna en algo poco saludable y peligroso. Al colocar el sexo en el medio de la pornografía, saciamos a las masas con una sexualidad industrializada y mercantilizada. Esto no celebra el sexo en absoluto. Lo abarata.

En el fondo, la pornografía moderna es una industria. Se trata de la comercialización de los cuerpos en favor de las ganancias. Precisamente porque somos pro-sexo es que somos anti-pornografía. Estar en contra de la pornografía no significa oponerse al sexo en general, sino que significa oponerse al hábito del sexo solitario que convierte a las personas en consumidoras, no en amantes.