Creer en Dios es racional

Apologética Cristiana 17 de jul. de 2022

No importa quién eres o de dónde eres, el anhelo de ser feliz es una cosa que todos tenemos en común. Algunas cosas—la comida, divertirse, estar con amigos—nos hacen felices superficialmente. Pero estos placeres van y vienen.

Muchos pueden encontrar felicidad a un mayor plazo con la familia, pero las familias traen sus propios retors, y muchas personas atraviesan tiempos difíciles y de decepción. Eventualmente, todos nos enfrentamos a una realidad ineludible: un día moriremos, y eso nos da miedo.

Cuando contemplamos el final de nuestras vidas, debemos preguntarnos cosas serias: ¿acaso no hay nada más? ¿Es la vida, como diría Shakespeare en Macbeth, sólo un cuento lleno de "ruido y furia, que nada significa"?

Hace dos mil años, el hombre mas influyente en la historia, Jesucristo, predicó las buenas noticias de Dios al pueblo. Solo al abrazar a Dios—la fuente de toda felicidad—podrían encontrar felicidad eterna.

Pero Dios está infinitamente por encima de nosotros. Él lo sabe todo y es incalculablemente sabio. "Como el cielo se alza por encima de la tierra, así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos a los caminos y a los pensamientos de ustedes" (Isaías 55:9). Por lo mismo, a veces Dios nos dice cosas que van más allá de cualquier expectativa humana.

A veces las personas batallaban con cosas que Jesús enseñaba, pensando que sus palabras eran duras (Juan 6:60). Algunos incluso se alejaron de su enseñanza. Cuando Jesús preguntó a sus discípulos principales, "¿También ustedes quieren irse?" , San Pedro dijo, "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna" (Juan 6:67-68).

Esto es exactamente correcto. Es Jesús quien tiene las palabras que dan vida eterna. Debemos escucharlo, ya que no hay nadie más a quien podamos ir si queremos encontrar felicidad eterna.

Todo comienza con Dios. Él es el Creador, por lo que estaba ahí "en el principio". Pero hoy vivimos en una era escéptica, y algunos se preguntan por qué deberíamos creer en Dios siquiera. Parte de la respuesta es que está integrado en nuestra naturaleza. La religión es una constante universal del humano. Aparece en cada cultura a lo largo de toda la historia del mundo.

La naturaleza humana como pista

Las dos ideas fundamentales de la religión son lo divino (un Dios o varios dioses) y un más allá. Todas las religiones tienen enseñanzas sobre una o ambas de estas ideas. Nunca ha habido un pueblo que no crea en lo divino y en el más allá. Durante el siglo 20, algunos regímenes totalitarios intentaron prohibir la religión, pero no funcionó.

La religión está integrada en nuestra naturaleza. Ser creyente es simplemente cumplir con tu naturaleza humana en vez de resistirla o ignorarla.

Los deseos gemelos por lo divino y por el más allá, que aparecen en cada época y en cada nación, son indicadores poderosos de su realidad. Realmente existe un Dios, y el deseo por Él es tan fuerte que, si se les niega el conocimiento del Dios verdadero, la gente inventará otros nuevos para llenar el vacío. El deseo de estar con Él es tan fuerte que la gente reconoce que no se puede satisfacer en esta vida, lo cuál nos apunta hacia una vida después de la muerte.

"En el principio"

Podemos decir más cosas sobre la existencia de Dios. Algunos académicos han propuesto un argumento basado en el hecho de que las cosas tienen comienzos. Ya sea una nube, una roca o un bebé, todo en el universo tiene un principio.

Estas cosas no surgieron de la nada. Hay razones por las que llegaron a existir. El agua que se evapora forma nubes. La lava se enfría para formar rocas. Y, por supuesto, un bebé tiene padres. No solo todo en el universo tiene un comienzo, sino que también hay una razón por la que comenzó.

A estas razones les llamamos causas, y la búsqueda para comprender estas causas es uno de los principales objetivos de la ciencia. Los científicos han descubierto las causas de muchos de los fenómenos de la naturaleza gracias a la podera intuición humana de que todas las cosas tienen causas. Cuando algo comienza a existir, hay una razón que lo explica.

Algunos pensadores han usado este hecho para argumentar a favor de la existencia de Dios de esta manera:

  1. Todo lo que tiene un principio tiene una causa.
  2. El universo tiene un principio.
  3. Por lo tanto, el universo tiene una causa.
  4. La causa del universo es la definición básica de Dios.
  5. Por lo tanto, Dios existe.

A veces la gente responde diciendo, "Si todo tiene una causa, ¿qué causó a Dios?". Pero esto es un malentendido. El argumento no afirma que todo tiene una causa, sino que todo lo que tiene un principio tiene también una causa. Dios no tiene un comienzo, por lo que no necesita una causa.

El hecho de que Dios no tenga un principio es una parte importante de la fe cristiana, y este argumento se basa en la enseñanza cristiana de que "Al principio Dios creó el cielo y la tierra" (Gen 1:1).

¿El argumento funciona? La primera premisa—que todo lo que tiene un comienzo tiene una causa—es la potente convicción humana que impulsa la investigación científica.

Otra premisa—que la causa del universo es una definición básica de Dios—es simplemente una definición, así que no necesita ser probada más que otras definiciones como "un soltero es alguien que no tiene pareja" o "un triángulo tiene tres lados". Estas cosas son verdaderas por definición.

Por supuesto, un sólo argumento no puede hacer mucho. Pero si es cierto que el universo tiene una causa, entonces es legítimo entender esa causa—sea lo que sea—como Dios. La pregunta ya no es "¿Dios existe?" sino "¿Qué clase de Dios existe?". Para construir una imagen más completa de Dios, este argumento necesitaría ser complementado con otros para revelar más aspectos de su carácter.

La parte clave de este argumento es la segunda premisa—que el universo tiene un comienzo. Si eso es cierto, todo lo demás funciona. ¿Tenemos evidencia de tal comienzo? Sí, y la hemos tenido por mucho tiempo (ver apéndice).

En 1927, el astrónomo y sacerdote belga Fr. Georges Lemaître se dió cuenta de que la teoría de relatividad general de Einstein sugería que el universo debería estar en expansión, lo que significaba que habría tenido un comienzo. En algún punto en el pasado, todo habría estado comprimido en un "huevo cósmico", como dijo Lemaître. Él teorizó que este material luego se expandió hacia afuera para formar el universo tal como lo vemos, y así nació la teoría del Big Bang.

Pronto se confirmó. Usando nuevos telescopios y herramientas, los astrónomos comenzaron a medir la luz de galaxias distantes y descubrieron que se estaban alejando de nosotros. Además, cuanto más lejos estaban las galaxias, más rápido se alejaban. ¡Todo el universo se estaba expandiendo! Siguieron más confirmaciones del Big Bang, y hoy es la visión aceptada en la astronomía.

En 1951, el Papa Pío XII elogió estos descubrimientos:

Parecería que la ciencia actual, con un arrollador paso atrás a través de millones de siglos, ha logrado dar testimonio de ese primordial "Fiat lux" (en Latín, "Hágase la luz") pronunciado en el momento en que, junto con la materia, brotó de la nada un mar de luz y radiación, mientras que las partículas de los elementos químicos se separaron y formaron millones de galaxias (Discurso a la Academia Pontificia de las Ciencias, 22 de noviembre de 1951, n. 44).

La ciencia había descubierto que el universo tuvo un comienzo y, por ende, una causa—lo que significa que Dios existe.

¿Por qué existe algo en absoluto?

Los resultados de la ciencia son siempre provisionales, porque podrían cambiar si aparece nueva evidencia. Por lo que, no deberíamos basar nuestra fe exclusivamente en lo que la ciencia actual sugiere.

Deberíamos hacernos preguntas más fundamentales, como si podemos demostrar que Dios existe de tal forma que el argumento funcione aún si la ciencia cambia. Eso nos coloca en el ámbito de la filosofía, que trabaja con principio fundamentales que siempre son ciertos.

Se han ofrecido muchas pruebas filosóficas de la existencia de Dios, y algunas son bastante complejas. Aquí veremos una simple que es fácil de entender. Comienza con la pregunta: "¿Por qué existe algo en absoluto?" Esta es otra expresión de la poderosa intuición humana para buscar y comprender causas.

Cuando miramos al mundo que nos rodea, vemos muchas cosas que cambian. Por ejemplo, en dado momento una persona puede estar de pie, pero en otro momento puede estar sentado. No obstante, sigue siendo la misma persona. Los filósofos han expresado este hecho diciendo que la postura de la persona es contingente, ya que podría ser distinta de lo que es en cierto momento dado.

Lo mismo ocurre con todo lo que vemos en el universo. Los seres vivos como las personas, los animales y las plantas crecen y se desarrollan. Las cosas inanimadas como tu carro, tu celular o tu laptop pueden encenderse o apagarse. Incluso las rocas y las gemas se pueden cortar, pulir o mover de un lugar a otro. Todas las cosas del mundo físico son contingentes; podrían ser distintas de lo que son.

Pero, ¿acaso todo es contingente? Consideremos alguna cosa específica—digamos, un hombre que está de pie. ¿Por qué está de pie ahora?

Esta pregunta se puede responder de diferentes maneras. Podrías apelar a algo en el futuro (él está de pie para alcanzar algo en una repisa) o podrías apelar a algo en el pasado (él acaba de levantarse de la cama), pero no estamos interesados en eso. Olvídate del pasado y del futuro y concéntrate solo en el momento presente: ¿por qué está de pie en este momento?

Podrías decir, "Bueno, está tensando ciertos músculos de su cuerpo para estar de pie". Cierto, pero podemos ir más profundo. En un nivel más básico, hay ciertos procesos químicos y eléctricos en sus células que provocan que los músculos se tensen. Y podemos ir más allá aún, hasta el nivel de los átomos y las partículas que los componen. Si quisiéramos, podríamos explicar por qué el hombre está de pie en términos de las posiciones de todas las partículas en su cuerpo y las fuerzas que gobiernan cómo interactúan.

Este tipo de explicación es la más profunda que la ciencia puede proporcionar actualmente, pero aún podemos hacer más preguntas. ¿Por qué existen estas partículas? ¿Por qué no simplemente desaparecen?

¿Contingente o necesario?

Los científicos han propuesto principios relacionados con la conservación de la masa y la energía para que los átomos en el cuerpo del hombre continúen existiendo. También, han propuesto fuerzas que gobiernan las interacciones de las partículas en los átomos. Actualmente, hay cuatro fuerzas conocidas: la gravedad, el electromagnetismo, la fuerza nuclear fuerte y la fuerza nuclear débil. Estas fuerzas obedecen reglas o leyes propias.

Pero nuestra curiosidad aún no está saciada. ¿Por qué los principios como la conservación de la masa y la energía se mantienen funcionando? ¿Por qué hay 4 fuerzas fundamentales y no más/menos? ¿Por qué obedecen un conjunto de leyes y no otro?

Algún día podría ser posible explicar las leyes actuales de la física en términos de un conjunto de leyes más profundo y fundamental. Pero esto solo empujaría la pregunta a un nivel más abajo, porque tendríamos que preguntarnos lo mismo sobre cualquier principio más nuevo y más profundo: ¿por qué son como son y no de otra manera?

En algún momento, debemos dar con una explicación fundamental de por qué las cosas son como son. Esta explicación fundamental sería aquella en la que ya no tendría sentido preguntar: "¿Por qué es de esta manera y no de otra"? No sería una explicación contingente sino necesaria—algo que no podría ser distinto de lo que ya es. Y la principal y necesaria explicación de por qué las cosas son como son es una definición básica de Dios.

La alternativa sería decir que hay una regresión infinita de explicaciones, con cada nivel de necesitando ser explicado por algo más profundo. Para algunos, esto puede parecer una idea poética, pero tiene ciertos problemas.

Un principio aplicando tanto en la ciencia como en la filosofía es "la navaja de Ockham". Este sostiene que no debemos complicar las explicaciones innecesariamente. En otras palabras, debemos usar la explicación más simple que se ajuste a la evidencia. Dado que no tenemos evidencia de una regresión infinita de explicaciones, donde cada explicación propuesta debe ser aclarada por una más profunda, la navaja de Ockham diría que no compliquemos las cosas más de lo necesario y, en cambio, infiramos que hay una explicación definitiva y fundamental del universo y las cosas que hay en él.

Otro problema con la idea de una regresión infinita es que, al final, no estarías explicando nada. Una regresión así no nos daría una explicación definitiva—porque no podría haber una explicación final (última, primordial). La existencia del universo quedaría sin explicarse, sin un lecho de roca sobre el cual descansar toda la realidad.

Al igual que en nuestro anterior argumento sobre la existencia de Dios, es importante tener en cuenta lo que no se está afirmando. No se está diciendo que todo necesite una causa o explicación. Solamente estamos buscando explicaciones para existencias contingentes—cosas que podrían ser distintas de lo que son, como un hombre que podría estar de pie o estar sentado.

Todo lo que vemos en el mundo físico es contingente, y para explicar por qué estas cosas existen y son como son, necesitamos ir más allá del mundo físico para encontrar una explicación definitiva.

Este último cimiento de la realidad no necesita mayor explicación. No es una existencia contingente sino una necesariaalgo que simplemente tiene que existir. Por definición, Dios no necesita una causa o explicación. Él es la Primera Causa y la Explicación Definitiva.

La visión cristiana de Dios

Ningún argumento nos dice todo sobre Dios por su cuenta, pero a mediPadreda que consideramos varios, obtenemos nuevas partes de la imagen. El primer argumento que consideramos—que la naturaleza humana tiene un deseo integrado de entrar a una relación con lo divino de i manera que no puede satisfacerse en esta vida—apunta al hecho de que Dios es capaz de relacionarse. No es una fuerza impersonal sin mente ni voluntad sino que es capaz de tener relaciones amorosas con sus criaturas. También apunta a que Él es supremamente inteligente, por lo que puede mantener una relación personal con la cantidad asombrosa de personas que han existido y existen.

El segundo argumento—que el comienzo del universo muestra la existencia de Dios—revela que Él es inmensamente poderoso, porque Él creó el universo.

Y el tercer argumento—que Dios es la explicación definitiva de por qué el universo es como es en este momento—apunta al hecho de que Él existe todavía y no podría ser distinto de lo que ya es, porque es un Ser necesario.

De esta manera, construimos un imagen de Dios que todo lo sabe (omnisciente), todo lo puede (omnipotente), todo amoroso (omnibenevolente) y de existencia necesaria que cuida de sus criaturas y se relaciona con ellas.

Los filósofos y teólogos han desarrollado argumentos que profundizan aún más nuestra comprensión de Dios. Entre ellos está la idea de que Dios no solo tiene conocimiento perfecto, poder perfecto y amor perfecto. Tiene todas las posibles perfecciones. Cualesquiera que sean estas perfecciones posibles, Dios las tiene todas en un grado infinito, incluida la felicidad infinita que siempre ha poseído en el cielo.

Un ser así de omni-perfecto no tiene necesidades. Como criaturas, tenemos necesidad de Dios—de que Él nos cree y nos sustente en la existencia. Pero Él no tiene necesidad de que nadie lo cree. La naturaleza humana contiene una necesidad innata de unión con Dios, pero Dios no necesita la unión con nosotros. Él ya es infinitamente feliz y no necesita nuestra adoración ni nuestras oraciones. Jesús señala que Dios sabe lo que necesitamos incluso antes de que lo pidamos (Mateo 6:8).

Por lo tanto, Dios no necesitaba crear el mundo. Su felicidad infinita es parte de quién es, y Él habría sido igual de feliz si nunca hubiera creado nada. Entonces, ¿por qué lo hizo? La respuesta es que no lo hizo para sí mismo. Lo hizo para nosotros. El Catecismo de la Iglesia Católica explica:

Creemos que Dios creó el mundo según su sabiduría. Este no es proPadreducto de una necesidad cualquiera, de un destino ciego o del azar. Creemos que procede de la voluntad libre de Dios que ha querido hacer participar a las criaturas de su ser, de su sabiduría y de su bondad (295).

El Dios infinito y todo amoroso eligió libremente crear el mundo, incluyéndonos a nosotros, para poder compartir su amor y bondad con nosotros. Y su amor por nosotros no se detiene con el mero hecho de la creación. Continúa con su deseo de compartir su felicidad perfecta y eterna con nosotros en el cielo.

Pero ese es otro artículo para otra ocasión.

Apéndice: la gran pista del cielo nocturno

Supongamos que el universo no tuvo un comienzo y que su existencia se extiende infinitamente atrás en el tiempo. ¿Cuáles serían los resultados?

Cuando miramos el cielo nocturno, vemos que está lleno de estrellas. Y cuanto más profundo en el espacio miramos con nuestros telescopios, más estrellas y más galaxias vemos. Estamos rodeados por un mar infinito de innumerables estrellas.

Entonces, ¿por qué el cielo nocturno está oscuro?

Piénsalo: si el universo siempre ha existido, incluso la luz de las estrellas más distantes ya debería de habernos alcanzado. La luz de todas y cada una de las estrellas del cielo debería de habernos llegado después de un tiempo infinito. Y dado que estamos rodeados de ellas, todo el cielo debería estar resplandeciendo con la luz de todas esas innumerables estrellas. Deberíamos mirar hacia arriba, incluso de noche, y ver un muro de luz que es brillante como el sol.

Pero eso no es lo que vemos, y es una pista que sugiere que el universo no es infinitamente antiguo sino que tuvo un comienzo.

La humanidad se ha preguntado sobre el problema del cielo nocturno durante siglos. El astrónomo alemán Heinrich Olbers (1758-1840) y los científicos a menudo llamaban al hecho de que el cielo nocturno es oscuro la "paradoja de Olbers". Aquellos que sostenían que el universo no tuvo un comienzo batallaban para resolver la paradoja. En el siglo XX, con el Big Bang descubierto por el sacerdote Georges Lemaître, se volvió aún más difícil resolver la paradoja.

💡
Este artículo fue adaptado al español del artículo original ‘Why Belief in God is Reasonable’ de Catholic Answers.

Etiquetas

Catholic Answers

Los artículos que tengan como autor principal a esta cuenta, son artículos de Catholic Answers (catholic.com) adaptados al español. Los autores secundarios son los traductores.