El Amor de Dios Para Ti

Apologética Católica 13 de jul. de 2022

Algo está mal con los humanos. Todos lo sentimos. Las cosas no están como deberían estar. No en el mundo. No en nuestros vecinos. No en nosotros.

No somos tan amables, tan generosos, o tan caritativos como deberíamos ser. Hacemos cosas que no deberíamos. Somos egoístas, arrogantes y a veces hasta crueles. Usamos a otras personas para nuestros propios intereses. Nos quedamos cortos incluso con nuestros propios estándares bajos. La Biblia tiene una palabra para esto: pecado.

No podemos escapar

El pecado es una constante de la condición humana. Nos rodea por completo e incluso está dentro de nosotros. Todos somos pecadores. A veces nuestros pecados son grandes, como el adulterio o el asesinato. A veces son tan pequeños como decir una palabra cortante o lanzar una mirada dura. Pero siempre están ahí.

Sentimos que las cosas no deberían ser así, que debe de haber existido un tiempo en el que las cosas estaban bien en el mundo. Y sí que existió tal época.

Al principio, cuando Dios creó al hombre, lo hizo perfecto: capaz de vivir y amar como debería, libre del pecado y de la peor consecuencia del pecado, que es la muerte. Pero nuestros primeros padres se alejaron de Dios, y desde entonces algo no está bien con la raza humana.

El pecado es desviarse del modo en que deben de ser las cosas, desviarse de una ley fundamental. Esta ley fue diseñada por Dios para hacernos felices. Imagínate cómo sería el mundo si todos siguiéramos esa ley a la perfección.

Desafortunadamente, todos nos alejamos de la ley de Dios. Al hacerlo, nos alejamos de Él también. Si no volvemos a Dios, estaremos separados de Él para siempre. Pero como estamos atrapados en un ciclo vicioso de pecado, por más que lo intentemos, no podemos liberarnos. No por nuestra cuenta.

El amor de Dios

Dios no nos ha abandonado, porque Dios es amor. Él ama al mundo que creó, y nos ama a nosotros sin importar lo rotos que estemos.

Dios nos ama tanto que envió a su hijo Único para hacerse uno de nosotros y salvar a la humanidad.

Su Hijo nació en un pueblo de Belén hace 2,000 años. Creció hasta convertirse en la persona más importante de la historia: Jesús de Nazaret, el Mesías, el Cristo.

Durante su vida terrenal, Jesús recorrió las colinas de Galilea y Judea. Enseñó la palabra de Dios, sanó a enfermos, devolvió la vista a ciegos, e incluso resucitó muertos. En todos los sentidos, Jesús nos mostró el amor que Dios tiene para nosotros y su deseo de sanarnos tanto espiritual como físicamente.

Jesús abrió el camino para que nosotros tengamos vida eterna.

La Cruz

Para Jesús, el camino fue costoso. Recorrió un camino tortuoso que terminó con su muerte en una cruz. Jesús estuvo dispuesto a sufrir y a morir por nosotros porque su muerte nos permitiría escapar de nuestros pecados y vivir con Dios para siempre.

Aunque Él era Dios hecho carne, Jesús permitió que lo azotaran, que le escupieran y que lo coronaran con espinas. Él dejó que lo crucificaran, con clavos que perforaron sus manos y sus pies. Él ofreció su vida como un acto de amor para nosotros — un acto tan perfecto, tan puro y tan valioso que pagó por los pecados del mundo entero.

Esto era algo que sólo Dios podía hacer. No importa lo mucho que lo intentemos, somos simples criaturas finitas que nunca podrían pagar por sus ofensas contra la santidad infinita de Dios. Pero Dios sí podía pagar por nuestros pecados — y porque nos ama, lo hizo.

Después de La Crucifixión, Jesús resucitó de entre los muertos. La Resurrección sirve como un signo de lo que les espera a todos los que vuelven a Dios. Un día, Jesús va a regresar y aquellos que hayan amado a Dios van a experimentar su propia resurrección, la derrota de la muerte y vida eterna en el amor de Dios.

¿Qué vas a escoger?

Dios respeta nuestra libertad para escoger. Él le dió al hombre libre voluntad, y si alguien decide pasar la eternidad separado de Dios, se lo permitirá. La pregunta es, ¿qué vas a escoger tú?

¿Escogerás pecado y separación? ¿Una vida de egoísmo, codicia e ira? ¿Una vida de amargura, frustración e incluso desesperación?

¿O escogerás ser lo que estás llamado/llamada a ser? ¿Escogerás abrazar el amor de Dios (incluso cuando eso signifique cargar con tu propia cruz) para recibir Su perdón y sanarte, y para vivir como te diseñaron para vivir — la única manera en la que puedes ser realmente feliz?

Si escoges esto último, tienes que convertirte en un seguidor de Cristo, un cristiano. Para hacer esto, debes arrepentirte de tus pecados, creer en Cristo y bautizarte. Dios entrará en tu vida y te llenará con su Espíritu Santo.

Parte de ser cristiano es pertenecer a la Iglesia de Cristo. Jesús fundó una sola Iglesia para cuidarnos y guiarnos en nuestro camino por la vida. Es una Iglesia llena de santos y pecadores, pero también es fuente de gracia y enseñanza verdadera.

“Yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no podrá con ella.” — Mateo 16:18

Para ayudar a que su Iglesia perdure, Jesús escogió un líder para ella: el apóstol Pedro. Él hizo a Pedro la roca sobre la que construyó su Iglesia, y por más de 2,000 años la Iglesia ha sido liderada por los papas, los sucesores de Pedro.

Desde los primeros siglos, esta Iglesia original se ha llamado Iglesia Católica. Católico significa “universal.” La Iglesia recibió este nombre porque estaba destinada a ser el hogar espiritual de todas las personas.

Con el tiempo han surgido muchas ramificaciones, pero es necesario unirse a la única Iglesia que Jesús fundó. Él la fundó para ti, para cuidarte y para cuidar tus necesidades espirituales, y es la Iglesia que prometió guiar y preservar contra el poder de la muerte.

¿Qué hago ahora?

Una vez que hayas decidido aceptar los regalos de Dios a través de Jesucristo, hay varias cosas que debes hacer.

Construye una relación con Dios.

Piensa en lo mucho que te ama y en lo que Él querría que hicieras en distintas situaciones de tu vida. Háblale a Él todos los días por medio de tu oración. Cuéntale lo que está en tu corazón y cuánto aprecias las cosas buenas que Él te ha dado.

Asiste a tu parroquia católica local cada domingo.

Puedes ir los otros días también, si quieres. El culto católico es rico y hermoso. Si no sabes mucho sobre el catolicismo, no te preocupes — lo básico no es difícil de aprender.

Únete a la Iglesia de Jesús.

Si ya has sido católico antes, todo lo que necesitas hacer es confesarte. Si nunca has sido católico antes, tu parroquia local tiene un programa para ayudarte a convertirte en parte de la Iglesia. Contacta a tu parroquia para obtener información sobre la hora y el lugar.

Aprende más sobre la Fe Católica.

Empieza a leer la Biblia y un buen catecismo católico. Un catecismo es un libro que te enseña los básicos de la fe. Hay muchos buenos catecismos, como el YouCat. Pero el catecismo oficial de la Iglesia es el Catecismo de la Iglesia Católica.

Resuelve tus dudas.

Tu parroquia católica local puede ser invaluable para responder cualquier duda que tengas sobre la fe católica. Si sabes inglés, Catholic Answers tiene un sitio web (catholic.com) con cientos de respuestas excelentes. Si no hablas inglés, Faro de Fe puede responder a tus dudas en farodefe.org.

Este artículo fue adaptado al español del artículo original ‘God’s Love for You’ de Catholic Answers.


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