¿La intercesión de María es bíblica?
Como católicos, estamos acostumbrados a pedir la intercesión de la Virgen María y esto no nos causa ningún ruido. Solemos hablar con ella para contarle lo que nos pasa y pedirle ayuda. Esto es bueno y está bien. Sin embargo, algunos protestantes usualmente rechazan esta práctica argumentando que no es bíblica. La cita que más utilizan para apoyar su postura es 1 Timoteo 2, 5:
Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre él también.
Según ellos, Jesús es el único que puede interceder por nosotros ante Dios. Y de hecho, ¡la Iglesia Católica está de acuerdo con esto! Como católicos debemos recordar que Cristo sí es el único intercesor entre nosotros, los hombres, y Dios. ¿Esto significa que deberíamos dejar de pedirle intercesión a la Virgen María? Para nada. ¿Por qué? Porque Jesús no solo es Dios, sino que también es hombre.
Cristo es, al mismo tiempo, totalmente Dios y totalmente hombre. Es decir, a pesar de que Él es una (1) sola persona, tiene dos (2) naturalezas: la divina y la humana. En términos teológicos, esta doble naturaleza de Cristo se conoce como la unión hipostática. La unión hipostática es totalmente bíblica y ha sido creída por todos los cristianos desde el principio. Por ejemplo, basta con meditar el primer capítulo del evangelio de Juan para ver que desde el principio Jesucristo «estaba junto a Dios» y «era Dios» (Juan 1, 1). Luego, Jesús «se hizo carne y habitó entre nosotros» (Juan 1, 14).
Esto significa que María y los santos pueden interceder por nosotros ante un hombre, porque Jesucristo es «hombre él también» (1 Tim. 2, 5). Es decir, aun cuando Cristo es el único mediador entre Dios y la humanidad, María sí que puede ser mediadora entre los hombres (el mundo, la Iglesia, etc.) y un hombre en particular: su Hijo. Ser mediador entre los mismos humanos es algo bíblicamente permisible; por eso vemos que se nos ordena interceder los unos por los otros en distintas partes del Nuevo Testamento (Santiago 5, 16; 1 Tim. 2, 1). La evidencia última de todo esto es María en las Bodas de Caná (Juan 2, 1-11). Ella pudo interceder por los novios ante su Hijo, incluso cuando Él no quería intervenir (Juan 2, 4). Es decir, Jesús decidió honrar y obedecer a su Madre.
Hay un misterio aquí. Jesús es Dios Soberano, pero también es un humano que busca que se cumpla la ley a la perfección (Mateo 5, 17) y que no peca nunca (Hebreos 4, 15). Cumplir la ley implica honrar a tu padre y a tu madre (Éxodo 20, 12; Deut. 5, 16). Cristo honró a su madre y todavía lo sigue haciendo, pues ascendió a los cielos con su cuerpo humano (Hechos 1, 9-11). Esto significa que, a la fecha de hoy, Jesús sigue siendo hombre de carne y hueso. Por lo tanto, sigue siendo un hombre que cumple la ley dada a los hombres y ante el cual María puede interceder por nosotros.