Una estatua de una santa bajo una cúpula en medio del bosque.

¿Los católicos adoran estatuas?

Artículo Base 16 de dic. de 2022

«¡Los católicos adoran estatuas!» La gente sigue haciendo esta ridícula afirmación. Como los católicos tienen estatuas en sus templos, dicen, están violando el mandamiento de Dios: «No te harás escultura, ni imagen alguna de nada de lo que hay arriba en el cielo, o aquí abajo en la tierra, o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas, ni les darás culto» (Éxodo 20:4-5).

Es correcto advertir a las personas contra el pecado de idolatría cuando lo están cometiendo. Pero llamar idólatras a los católicos porque tienen imágenes de Cristo y de los santos se basa en un malentendido o en la ignorancia de lo que dice la Biblia sobre el propósito y los usos (tanto buenos como malos) de las estatuas.

El escritor anticatólico Loraine Boettner, en su libro Roman Catholicism, hace la afirmación general de que "Dios ha prohibido el uso de imágenes en el culto" (281). Sin embargo, si la gente estudiara «apasionadamente las Escrituras» (Juan 5:39), descubriría lo contrario. Dios prohibió la adoración de estatuas, pero no prohibió su uso religioso. Por el contrario, ¡realmente ordenó su uso en contextos religiosos!

Dios las ordenó

La gente que se opone a la estatuaria religiosa olvida los muchos pasajes en los que el Señor manda hacer estatuas. Por ejemplo:

Haz también dos querubines de oro labrado [es decir, dos estatuas de oro de ángeles] y colócalos a los dos extremos de la cubierta. Coloca un querubín en un extremo y el otro querubín en el otro; los querubines puestos en los extremos formarán una sola pieza con la cubierta, y tendrán sus alas extendidas hacia arriba tapando la cubierta; estarán uno frente al otro, mirando hacia el centro de la cubierta (Éxodo 25:18-20).

David dio a Salomón el plano para «el peso del oro refinado para el altar del incienso, y para el proyecto de la carroza de los querubines que con sus alas desplegadas cubren el altar de la alianza del Señor. El Señor mismo ha consignado todo esto por escrito, para que así se conozcan todos los trabajos proyectados» (1era de Crónicas 28:18-19). El plan de David para el templo incluía estatuas de ángeles.

Del mismo modo, Ezequiel 41:17-18 describe imágenes esculpidas en el templo idealizado que se le mostró en una visión, pues escribe: «Desde la entrada hasta el fondo del templo, por dentro y por fuera, las paredes interiores y exteriores todo alrededor estaban adornados con figuras de querubines».

El uso religioso de las imágenes

Durante una plaga de serpientes enviada para castigar a los israelitas en el Éxodo, Dios dijo a Moisés: «Fabrica una serpiente de bronce, ponla en un asta, y todos los que hayan sido mordidos y la miren quedarán curados. Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Cuando alguno era mordido por una serpiente, miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado» (Núm. 21:8-9).

Había que mirar a la estatua de bronce de la serpiente para curarse, lo que demuestra que las estatuas podían utilizarse ritualmente, no solo como adornos religiosos.

Los católicos utilizamos estatuas, pinturas y otros recursos artísticos para acordarnos de la persona o cosa representada. De la misma manera en que te acuerdas de tu mamá cuando ves su foto, recordamos el ejemplo de los santos cuando miramos sus imágenes. Los católicos también utilizamos las estatuas como instrumentos de enseñanza. En la Iglesia primitiva eran especialmente útiles para enseñar a los analfabetos. Muchos protestantes tienen imágenes de Jesús y otras imágenes bíblicas en la escuela dominical para enseñar a los niños. Los católicos también utilizamos estatuas para conmemorar a determinadas personas y acontecimientos, del mismo modo que las iglesias protestantes tienen nacimientos tridimensionales en Navidad.

Si se midiera a los protestantes por la misma regla, entonces al usar estas imágenes "esculpidas", estarían practicando la "idolatría" de la que acusan a los católicos. Pero no hay idolatría en estas situaciones. Dios prohíbe la adoración de imágenes como dioses, pero no prohíbe la fabricación de imágenes.

Es cuando la gente empieza a adorar una estatua como a un dios cuando el Señor se enfada. Por eso, cuando la gente empezó a adorar a la serpiente de bronce como a un dios-serpiente (a la que llamaron «Nejustán»), el justo rey Ezequías la mandó destruir (2da de Reyes 18:4).

¿Qué pasa con las reverencias?

A veces algunos anticatólicos citan Deuteronomio 5:9, donde Dios dijo respecto a los ídolos: «No te postrarás ante ellos». Dado que muchos católicos a veces se inclinan o se arrodillan ante las estatuas de Jesús y de los santos, los anticatólicos confunden la veneración legítima de una imagen sagrada con el pecado de idolatría.

Aunque la reverencia puede utilizarse como postura de culto, no toda reverencia es culto. En Japón, la gente muestra respeto inclinándose al saludar (el equivalente al apretón de manos occidental). Del mismo modo, una persona puede arrodillarse ante un rey sin adorarlo como a un dios. También, un católico que se arrodilla ante una estatua mientras reza no adora la estatua ni le reza, del mismo modo que el protestante que se arrodilla con una Biblia en las manos mientras reza no adora la Biblia ni le reza.

¿Escondiendo el segundo mandamiento?

Otra acusación que a veces hacen los protestantes es que la Iglesia católica "esconde" el segundo mandamiento. Esto se debe a que en los catecismos católicos, el primer mandamiento se enumera a menudo como «No tendrás otro Dios fuera de mí» (Éxodo 20:3), y el segundo se enumera como «No tomarás en vano el nombre del Señor» (Éxodo 20:7). A partir de esto, se argumenta que los católicos hemos suprimido la prohibición de la idolatría para justificar el uso de estatuas religiosas. Pero esto es falso. Los católicos simplemente agrupamos los mandamientos de forma diferente a la mayoría de los protestantes.

En Éxodo 20:2-17, donde se dan los Diez Mandamientos, hay en realidad catorce afirmaciones imperativas. Para llegar a los Diez Mandamientos, hay que agrupar algunas afirmaciones, y hay más de una forma de hacerlo. Dado que, en el mundo antiguo, el politeísmo y la idolatría iban siempre unidos—siendo la idolatría la expresión externa del politeísmo—, la numeración histórica judía de los Diez Mandamientos ha agrupado siempre los imperativos «No tendrás otro Dios fuera de mí» (Éxodo 20:3) y «No te harás escultura» (Éxodo 20:4). La numeración católica histórica sigue la numeración judía en este punto, al igual que la numeración luterana histórica.

Judíos y cristianos abrevian los mandamientos para poder recordarlos mediante una fórmula resumida de diez puntos. Por ejemplo, judíos, católicos y protestantes suelen resumir el mandamiento del sábado como «Acuérdate del sábado para santificarlo», aunque el texto real del mandamiento ocupa cuatro versículos (Éxodo 20:8-11).

Cuando se resume la prohibición del politeísmo/idolatría, judíos, católicos y luteranos la abrevian como "No tendrás dioses ajenos delante de mí". No se trata de un intento de "esconder" la prohibición de la idolatría (los judíos y luteranos ni siquiera utilizan estatuas de santos o ángeles). Es para facilitar el aprendizaje de los Diez Mandamientos.

Sin embargo, la Iglesia católica no es dogmática sobre la numeración de los Diez Mandamientos. El Catecismo de la Iglesia Católica (párrafo 2066) dice:

La división y numeración de los mandamientos ha variado en el curso de la historia. El presente catecismo sigue la división de los mandamientos establecida por san Agustín y que ha llegado a ser tradicional en la Iglesia católica. Es también la de las confesiones luteranas. Los Padres griegos hicieron una división algo distinta que se usa en las Iglesias ortodoxas y las comunidades reformadas.

¿La forma de Dios?

Algunos anticatólicos recurren a Deuteronomio 4:15-18 en su ataque contra las estatuas religiosas:

Tengan mucho cuidado. El día en que les habló el Señor desde el fuego en el Horeb no vieron ninguna figura; por tanto no se perviertan haciéndose imágenes talladas de cualquier forma que sea: imagen de hombre o de mujer, de animal de la tierra o de pájaro que vuela en el cielo, de reptil que se arrastra por el suelo, o de pez que hay en las aguas, debajo de la tierra.

Ya hemos visto que Dios no prohíbe hacer estatuas o imágenes de diversas criaturas con fines religiosos (1era de Reyes 6:29-32, 8:6-66; 2da de Crónicas 3:7-14). Pero, ¿qué pasa con las estatuas o imágenes que representan a Dios? Muchos protestantes dirían que eso está mal porque Deuteronomio 4 dice que los israelitas no vieron a Dios bajo ninguna forma cuando hizo el pacto con ellos; por lo tanto, nosotros tampoco debemos hacer representaciones simbólicas de Dios. Pero, ¿prohíbe el Deuteronomio 4 tales representaciones?

La respuesta es no

Al principio de su historia, a Israel se le prohibió hacer representaciones de Dios porque Él no se había revelado de forma visible. Dada la cultura pagana que los rodeaba, los israelitas podrían haber tenido la tentación de adorar a Dios en forma de animal o de algún objeto natural (por ejemplo, un toro o el sol).

Pero más tarde Dios se reveló bajo formas visibles, como en Daniel 7:9: «Mientras yo continuaba observando, alguien colocó unos tronos y un anciano se sentó. Sus vestiduras eran blancas como la nieve y sus cabellos como lana pura; su trono eran llamas; sus ruedas, un fuego ardiente». Los protestantes hacen representaciones del Padre bajo esta forma cuando hacen ilustraciones de las profecías del Antiguo Testamento.

El Espíritu Santo se reveló bajo al menos dos formas visibles: la de una paloma, en el bautismo de Jesús (Mateo 3:16; Marcos 1:10; Lucas 3:22; Juan 1:32), y como lenguas de fuego, el día de Pentecostés (Hechos 2:1-4). Los protestantes utilizan estas imágenes cuando dibujan o pintan estos episodios bíblicos y cuando llevan insignias del Espíritu Santo en la solapa o colocan emblemas de palomas en sus coches.

Pero lo más importante es que, en la encarnación de Cristo, su Hijo, Dios mostró a la humanidad un icono de sí mismo. Pablo dijo: «Cristo es la imagen (griego: ikon) del Dios invisible, el primogénito de toda criatura» (Colosenses 1:15). Cristo es el "ícono" tangible y divino del Dios invisible e infinito.

Leemos que cuando los sabios «entraron en la casa, vieron al niño con su madre María y lo adoraron postrados en tierra. Abrieron sus cofres y le ofrecieron como regalo oro, incienso y mirra» (Mateo 2: 11). Aunque Dios no reveló una forma de sí mismo en el monte Horeb, sí lo hizo en la casa de Belén.

El sentido común nos dice que, puesto que Dios se ha revelado en diversas imágenes, muy especialmente en Jesucristo encarnado, no está mal que utilicemos imágenes de esas formas para profundizar en nuestro conocimiento y amor de Dios. Por eso Dios se reveló en esas formas visibles, y por eso se hacen estatuas e imágenes de ellas.

Idolatría condenada por la Iglesia

Desde los días de los apóstoles, la Iglesia Católica ha condenado sistemáticamente el pecado de idolatría. El Catecismo del Concilio de Trento (1566) enseñó que la idolatría se comete adorando ídolos e imágenes como a Dios, o creyendo que poseen alguna divinidad o virtud que les da derecho a nuestra adoración, rezándoles o depositando confianza en ellos (párrafo 374).

Lo que los anticatólicos no reconocen es la distinción entre pensar que un trozo de piedra o yeso es un dios y desear recordar visualmente a Cristo y a los santos en el cielo haciendo estatuas en su honor. La fabricación y el uso de estatuas religiosas es una práctica completamente bíblica. Quien diga lo contrario no conoce la Biblia.

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Este artículo fue adaptado al español por Diego Hernández del artículo original 'Do Catholics Worship Statues?' de Catholic Answers.

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