¿Tomar alcohol es pecado?

Apologética Católica 1 de ago. de 2022

Hace algún tiempo, una amiga soltera me confió que estaba buscando un hombre de Dios con quien casarse. Ella quería un esposo que compartiera sus valores cristianos, así que se unió a un servicio de citas en línea y completó un perfil con las características del hombre de sus sueños.

Mientras revisaba sus respuestas a las preguntas del perfil, pensé que mi amiga podría estar un poco confundida respecto a lo que era un "hombre de Dios". Así que le hice una pregunta hipotética: si Jesús caminara por la Tierra hoy y se uniera al mismo servicio de citas en línea, ¿querrías que su perfil coincidiera con el tuyo? Por supuesto, dijo ella. Así que proseguí a señalar que el perfil que ella hizo para sí misma excluiría a Jesús como pareja. En particular, su respuesta a la pregunta sobre la frecuencia con la que su pareja perfecta debería tomar vino—"nunca"—presentaba un obstáculo. Ella seleccionó esta respuesta porque creía que un hombre de Dios nunca debería beber alcohol.

Jesús bebía. De hecho, bebía vino—del tipo fermentado, no jugo de uva como algunos afirmarán—y aparentemente bebía una buena cantidad. Diré mas sobre esto en breve, pero primero, permítanme señalar que mi amiga no está sola en su forma de pensar.

Por ejemplo, Saddleback Church, una megaiglesia bautista en California (dirigida por el pastor Rick Warren, autor del popular libro The Purpose-Driven Life) aparentemente excluiría a Jesús como miembro del personal: los requisitos de madurez y liderazgo de la iglesia exigen que cada miembro del personal "se comprometa voluntariamente a abstenerse de... consumir alcohol".

De manera similar, parece que los mormones no permitirían que Jesús entrara en sus templos ya que se requiere la abstinencia perpetua del alcohol para entrar. De hecho, algunas denominaciones cristianas podrían incluso rechazar la membresía de Jesús en sus iglesias.

Parece que muchos creen que un hombre de Dios nunca debe beber. Pero, ¿es esto bíblico?

¿Jesús Bebía?

Aparentemente, Jesús bebió tanto vino que incluso fue acusado de beber en exceso. En sus propias palabras exclamó: «Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!"» (Lucas 7:34). Así que Jesús fue acusado de ser un borracho.

La palabra griega traducida como "borracho" en el pasaje anterior es oinopotes, que significa bebedor de vino, alguien que bebe mucho vino. De hecho, la primera parte de la palabra proviene de la palabra griega para vino, oinos, que aparece varias veces en el Nuevo Testamento.

Algunos afirman que Jesús bebía jugo de uva o mosto (vino sin fermentar). Pero entonces, ¿por qué lo acusarían de ser un borracho? Otros pasajes de las Escrituras donde se encuentra la palabra oinos indican claramente que se está hablando de vino fermentado, no de jugo de uva.

Por ejemplo, «Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!» (Mateo 9:17, ver también Marcos 2:22 y Lucas 5:37-38). Las pieles viejas de los odres revientan porque el vino contiene levadura—el catalizador de la fermentación—que provoca expansión.

Del mismo modo, «Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: "El añejo es mejor"» (Lucas 5:39). Incluso en los tiempos del Nuevo Testamento se sabía que el vino mejora con la edad; el jugo de uva no.

Los pasajes del Antiguo Testamento también hablan de vino. A menos que se indique lo contrario, estos pasajes traducen la palabra "vino" de la palabra hebrea yayin, que significa vino fermentado. Los siguientes pasajes muestran que, en efecto, vino fermentado es lo que se quiere entender por esta palabra:

  • «Mi pecho es como un vino que no tiene salida y hace estallar los odres nuevos» (Job 32:19).
  • «El vino y el mosto hacen perder la razón» (Oseas 4:11). ¿Podría el jugo de uva hacer tal cosa? Cabe mencionar que "mosto" se traduce de la palabra hebrea tiyrowsh, que también se usa para referirse al vino sin fermentar (por ejemplo, como en Números 18:12 o en Deuteronomio 14:23), pero evidentemente esa no es la intención aquí.
  • «¡Despierten, borrachos, y lloren! Laméntense todos los bebedores de vino, porque el vino nuevo se les ha retirado de la boca» (Joel 1:5). ¿Les importaría a los borrachos que les quitaran el jugo de uva de la boca? "Vino nuevo" se traduce de la palabra hebrea aciyc que también puede referirse a vino sin fermentar, pero tampoco se trata de eso aquí.

¿Tomar es pecado?

Tomar vino—u otras bebidas alcohólicas—no es, en sí mismo, un pecado. Veamos algunos pasajes de las Escrituras que respaldan esta afirmación. Primero, consideremos lo que sucedió en las bodas de Caná cuando se acabó el vino:

Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su o rigen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y les dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento». (Juan 2:7-10)

¡Aparentemente, Jesús era un vinicultor bastante bueno! Los comentarios del encargado del vino parecen indicar que la práctica habitual era servir un buen vino hasta que los invitados bebieran lo suficiente como para no ser exigentes con la calidad del vino que estaban bebiendo o hasta que simplemente ya no pudieran notar la diferencia entre un buen vino y uno no tan bueno. Cualquiera que haya sido el caso, esta historia indica claramente que Jesús aprobaba beber vino.

Pablo también lo aprobaba. Lo sabemos por sus instrucciones a Timoteo: «A causa de tus frecuentes malestares estomacales, no bebas agua sola: toma un poco de vino» (1era de Timoteo 5:23). Curiosamente, investigaciones actuales indican que beber vino tiene beneficios para la salud.

Pero la aprobación de beber vino se remonta más allá de los tiempos del Nuevo Testamento. Varios pasajes del Antiguo Testamento indican que beber ha sido aceptable durante mucho tiempo:

  • «Den bebida fuerte al que va a perecer y vino al que está sumido en la amargura: que beba y se olvide de su miseria y no se acuerde más de su desgracia» (Proverbios 31:6-7).
  • «Y Melquisedec, rey de Salem, que era sacerdote de Dios, el Altísimo, hizo traer pan y vino» (Génesis 14:18).
  • «"Entonces sírveme, continuó diciendo Isaac, y déjame comer lo que has cazado, para que pueda darte mi bendición". Jacob le acercó la comida, y su padre la comió; también le sirvió vino, y lo bebió» (Génesis 27:25).
  • «Allí podrás comprar con ese dinero todo lo que desees: ganado mayor o menor, vino o bebida fermentada...» (Deuteronomio 14:26).
  • «Haces brotar la hierba para el ganado y las plantas que el hombre cultiva, para sacar de la tierra el pan y el vino que alegra el corazón del hombre...» (Salmos 104:14-15).
  • «Ve, entonces, come tu pan con alegría y bebe tranquilamente tu vino, porque a Dios ya le agradaron tus obras» (Eclesiastés 9:7).
  • «El Señor de los ejércitos ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña un banquete de manjares suculentos, un banquete de vinos añejados, de manjares suculentos, medulosos, de vinos añejados, decantados» (Isaías 25:6).

Los requisitos de algunas ofrendas de Israel—requeridos por Dios—incluían el uso de vino, cuyas sobras podían beber Aarón y sus hijos: «Con el primer cordero ofrecerás también la décima parte de una medida de harina de la mejor calidad, amasada con un litro sesenta de aceite puro de oliva, y una libación consistente en un litro sesenta de vino» (Éxodo 29:40, véase también Levítico 23:13; Números 15:5-10; Números 28:7-14). Cabe mencionar que Números 28:7 usa la palabra hebrea shekar, que significa "vino fuerte" (u otra bebida alcohólica fuerte).

¿Y la intoxicación qué?

Claramente, Dios siempre ha permitido que sus seguidores beban. Con eso en mente, podemos entender fácilmente por qué la Iglesia Católica no considera que beber, en sí mismo, sea un pecado. Dicho esto, la Iglesia advierte contra el consumo excesivo de alcohol. El Catecismo de la Iglesia Católica afirma:

«La virtud de la templanza conduce a evitar toda clase de excesos, el abuso de la comida, del alcohol, del tabaco y de las medicinas. Quienes en estado de embriaguez, o por afición inmoderada de velocidad, ponen en peligro la seguridad de los demás y la suya propia en las carreteras, en el mar o en el aire, se hacen gravemente culpables» (Catecismo de la Iglesia Católica, 2290).

Esta enseñanza también está respaldada por las Escrituras. Por ejemplo, Pablo a menudo advertía contra la embriaguez:

  • «Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida...» (Romanos 13:13).
  • «Lo que quise decirles es que se no mezclen con aquellos que, diciéndose hermanos, son deshonestos, avaros, idólatras, difamadores, bebedores o ladrones: les aconsejo que ni siquiera coman con ellos» (1era de Corintios 5:11).
  • «No se hagan ilusiones: [...] ni los ladrones, ni los avaros, ni los bebedores, ni los difamadores, ni los usurpadores heredarán el Reino de Dios» (1era de Corintios 6:9-10).
  • «...y envidias, ebriedades y orgías, y todos los excesos de esta naturaleza. Les vuelvo a repetir que los que hacen estas cosas no poseerán el Reino de Dios» (Gálatas 5:21).
  • «No abusen del vino que lleva al libertinaje; más bien, llénense del Espíritu Santo» (Efesios 5:18).
  • «Por eso, el que preside debe ser un hombre irreprochable, que se haya casado una sola vez, sobrio, equilibrado, ordenado, hospitalario y apto para la enseñanza. Que no sea afecto a la bebida ni pendenciero, sino indulgente, enemigo de las querellas y desinteresado» (1era de Timoteo 3:2-3).
  • «Porque el que preside la comunidad, en su calidad de administrador de Dios, tiene que ser irreprochable. No debe ser arrogante, ni colérico, ni bebedor, ni pendenciero, ni ávido de ganancias deshonestas...» (Tito 1:7).

Pedro también enseñó lo mismo: «Ya han vivido bastante tiempo conforme al criterio de los paganos, entregándose a toda clase de desenfrenos, a los malos deseos, a las borracheras, a los excesos en la comida, a las orgías y al culto ilícito de los ídolos» (1era de Pedro 4:3). La palabra griega traducida como "borracheras" en este pasaje es oinophlugia, también derivada de oinos.

De nuevo, estas enseñanzas no eran nuevas en el cristianismo—el Antiguo Testamento enseñaba lo mismo:

  • «El vino es excitante y la bebida turbulenta: el que se embriaga no se hará sabio» (Proverbios 20:1).
  • «No te juntes con los borrachos ni con los que se hartan de carne» (Proverbios 23:20). Otra palabra hebrea, caba, traducida como "borracho" o "bebedor de vino", es utilizada en este pasaje.
  • «¡Ay de los que madrugan para correr tras la bebida, y hasta muy entrada la noche se acaloran con el vino!» (Isaías 5:11). La "bebida" de este pasaje se traduce de la palabra hebrea shekar—esto aplica también para Isaías 5:22.
  • «¡Ay de los valientes para beber vino y de los campeones para mezclar bebidas» (Isaías 5:22).

Veáse también la historia relatada en Proverbios 23, versos del 29 al 35.

¿Deberíamos abstenernos?

Hasta ahora, hemos visto en las Escrituras que beber, en sí mismo, no es pecado, pero se advierte claramente que no se debe beber en exceso. Pero los pasajes de las Escrituras también indican que hay circunstancias en las que uno no debe beber en absoluto.

Por ejemplo, cuando llevaría a otro a pecar: «No arruines la obra de Dios por un alimento. En realidad, todo es puro, pero se hace malo para el que come provocando escándalo. Lo mejor es no comer carne ni beber vino ni hacer nada que pueda escandalizar a su hermano» (Romanos 14:20-21). Esto parece bastante claro: cuando estás con un alcohólico, es bueno tener cuidado de no tentarlo a beber. Pero esto no significa que nunca debas tomar.

En el Antiguo Testamento, Dios prohíbe a Aarón y a sus hijos beber de vez en cuando:

«Cuando tengan que entrar en la Carpa del Encuentro, ni tú ni tus hijos beberán vino o cualquier otra bebida que pueda embriagar, porque de lo contrario morirán: este es un decreto válido para siempre, a lo largo de las generaciones» (Levítico 10:9).

También encontramos en el Antiguo Testamento un tipo especial de consagración a Dios a través de votos que incluían no beber: «Si alguien, sea hombre o mujer, hace un voto especial–el voto de nazireo–con el fin de consagrarse al Señor, deberá abstenerse del vino y de cualquier otra bebida embriagante...» (Números 6:2-3; cf. Jueces 13:7). Es posible que, por ejemplo, Juan el Bautista haya hecho tales votos—véase Lucas 7:33.

Podemos ver que, si usamos las Escrituras como nuestra guía, entonces tomar alcohol no es un pecado por sí mismo, pero tampoco debemos tomar en exceso. ¡Salud!

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Este artículo fue adaptado al español del artículo original 'Got Wine?' de Catholic Answers.

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