Una asamblea de oracion con muchos cristianos evangelicos levantando las manos

Un par de aclaraciones sobre el ecumenismo

Ecumenismo 22 de mar. de 2023

En el verano de 2017 viví un retiro increíble en el que decidí seguir a Cristo de forma personal. Este retiro fue organizado por un grupo católico ecuménico. Por años, toda la formación católica que recibí fue de parte de este grupo, razón por la cual ser ecuménico siempre ha sido algo totalmente normal para mí.

El movimiento ecuménico es aquel que busca la unidad de todos los cristianos, incluyendo a católicos y protestantes. Entonces, cuando digo que ser ecuménico siempre ha sido algo totalmente normal, me refiero a que estoy acostumbrado a participar en momentos de oración en conjunto con hermanos protestantes y eventos de convivencia fraternal con ellos.

Esto es algo que me parece genial, pues históricamente ha existido una rivalidad poco sana entre católicos y protestantes. Por ejemplo, en enero de 1969, un grupo de protestantes norirlandeses utilizaron «palos, piedras y otras armas» (Blakemore, 2022) para emboscar a católicos que se manifestaban pacíficamente. En agosto del mismo año, los católicos respondieron atacando a una marcha protestante con «cócteles molotov y piedras». Esta tensión escaló a tal grado que estalló el incidente del Domingo Sangriento:

Los manifestantes [católicos] se enfrentaron al Ejército británico y a los contramanifestantes protestantes, hasta que 21 soldados dispararon contra la multitud, matando a 13 hombres e hiriendo a otros. (Blakemore, 2022)

¿Te imaginas que una enemistad entre seguidores de Cristo llegue a tal grado que en domingo, el día del Señor, se maten entre ellos? Eso está mal, muy mal. Por eso, el ecumenismo nos invita a amar a nuestros hermanos protestantes. Incluso, también nos invita a ser sus amigos, dialogar con ellos, pedir los unos por los otros y tener momentos de oración juntos. Todo esto es bueno, ya que nos hace semejantes a Cristo. Además, hay mucho que podemos aprender de la fe de los protestantes.

No obstante, a pesar de lo genial que es fomentar una relación saludable con nuestros hermanos evangélicos, me ha tocado conocer a católicos que reaccionan adversamente ante la sola mención del ecumenismo. Honestamente, puedo empatizar con ellos, pues alguna vez yo mismo tuve fuertes dudas sobre el tema. He presenciado esfuerzos ecuménicos que, aunque bien intencionados, se desvían de lo que enseña la Iglesia Católica y sobre-extienden la definición del ecumenismo. Este tipo de esfuerzos alguna vez me hicieron pensar cosas como estas:

  • Si los católicos y los protestantes van al cielo por igual, ¿por qué no ser protestante? Eso sería más fácil, pues no tendría que confesarle mis pecados a un humano.
  • Si no debo evangelizar a los protestantes, ¿significa que da lo mismo si soy católico o protestante?

En su momento, el ecumenismo me confundió y me alarmó bastante. Pero lo cierto que es que ser ecuménico no significa que debas evitar evangelizar a los protestantes. Si yo evangelizo a no-creyentes diciéndoles que el Cuerpo de Jesús está presente en la Eucaristía, ¿por qué debería evitar hacer lo mismo con creyentes protestantes? Si yo disfruto experimentar el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo presentes en la Hostia Consagrada, ¿por qué no querría que mis amigos protestantes vivieran lo mismo?

El ecumenismo tampoco enseña que todas las religiones cristianas sean lo mismo. De hecho, ya desde antes de que surgiera el movimiento ecuménico contemporáneo, el Papa Pío XI (1928) advirtió contra la noción de que todas las religiones son iguales y que se pueden mezclar libremente. Es crítico recordar que el ecumenismo no es una invitación a ser menos católicos. Basta con leer la conclusión del decreto del Concilio Vaticano II Unitatis Redintegratio para darnos cuenta de que es todo lo contrario:

Este Sagrado Concilio exhorta a los fieles a que se abstengan de toda ligereza o imprudente celo, que podrían perjudicar al progreso de la unidad. Su acción ecuménica ha de ser plena y sinceramente católica, es decir, fiel a la verdad recibida de los Apóstoles y de los Padres y conforme a la fe, que siempre ha profesado la Iglesia católica, tendiendo constantemente hacia la plenitud con que el Señor desea que se perfeccione su Cuerpo en el decurso de los tiempos.

En otras palabras, la verdad recibida de los Apóstoles y de los Padres es la verdad que siempre ha profesado la Iglesia Católica, incluyendo los sacramentos. Nuestra acción ecuménica siempre ha de ser fiel a esta verdad. Pero salvaguardar la fe católica con todo celo no nos impide tampoco el ser ecuménicos, que significa buscar la plenitud de unidad que quiere Jesucristo para todos sus seguidores. Como dice el Papa Pío XI (1928), esta plenitud de unidad no es un mero deseo de Jesús, sino que ya es una realidad dentro de la Iglesia Católica. Los cristianos gozamos de una plenitud de unidad cuando estamos en comunión con la Madre Iglesia y reconocemos la autoridad divina del Sucesor de Pedro. Todo esto significa que el ecumenismo es, más que nada, un esfuerzo rebosante de caridad y gentileza para que nuestros hermanos protestantes se acerquen a la unidad de los cristianos que encuentra su plenitud en la verdad de la Iglesia Católica.

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Diego Hernández

Soy un nerd de tiempo completo que en sus ratos libres se dedica a escribir código, tomar café y leer. Ah, y de vez en cuando también juego a defender la fe!