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Una forma de refutar la filosofía transgénero

Apologética Cristiana 16 de ene. de 2023

¿Alguna vez tus hijos han bombardeado a Google con preguntas aleatorias? Los míos lo hacen todo el tiempo. Es muy divertido cuando lo hacemos juntos: a los niños les encanta, sobre todo cuando empiezan a hacer preguntas chuscas.

Anoche mismo nos divertíamos haciéndole varias preguntas a Siri, y les dije a mis hijos que le preguntaran: "¿Eres hombre o mujer?", a lo que Siri respondió: "No creo que eso importe realmente".

Reconozco que Siri tiene razón, ya que las inteligencias artificiales no tienen cuerpos sexuados. Pero su respuesta nos da algo que considerar, ya que es el mantra del movimiento transgénero moderno. Analicemos este argumento.

Dualismo

Los defensores de la transexualidad sostienen que nuestro cuerpo sexuado no tiene nada que ver con nuestra identidad personal, por lo que piensan que es posible que la identidad masculina o femenina de una persona no tenga por qué coincidir con su sexo biológico. Si una persona cree que existe tal desarmonía, argumentan, entonces debería ser capaz de armonizarla ajustándose a su identidad deseada.

Es una forma de dualismo, y esta idea no carece de precedentes. Se remonta a los escritos de Platón y se hizo predominante en la filosofía moderna con los escritos del filósofo del siglo XVII, René Descartes. Descartes popularizó tanto este punto de vista que ahora se conoce por su nombre: dualismo cartesiano.

Descartes afirmaba que la persona humana se divide en dos sustancias separadas: una sustancia mental (el alma—res cogitans) y una sustancia corpórea (el cuerpo—res extensa). Para Descartes, la sustancia que constituye lo que eres como persona es la res cogitans—"el yo pensante". Y en lugar de que el cuerpo sea esencial para la identidad de una persona, tal y como lo entendían Aristóteles y Santo Tomás de Aquino, es meramente accidental (no pertenece a la esencia). Para Descartes, el cuerpo no es más que una máquina en la que el alma existe como un fantasma, de ahí la expresión "fantasma en la máquina".

Construyendo el argumento

La antropología cartesiana se ha colado en el fondo de nuestra cultura, por así decirlo. Dado que el transgenderismo—que sostiene que el cuerpo sexuado de una persona está separado de la persona—implica el dualismo cartesiano (el cuerpo está separado de la persona), tenemos que preguntarnos: "¿Es cierto el dualismo cartesiano?". Si el dualismo cartesiano no es cierto, entonces el transgenderismo tampoco lo puede ser.

Siguiendo el ejemplo del filósofo Scott Sullivan, en su reciente libro Why Transgenderism is Wrong: A Critique of the Philosophical Assumptions Behind Modern Transgender Theory, podemos construir el siguiente silogismo:

  • Si el transgenderismo es cierto, entonces el dualismo cartesiano es cierto.
  • El dualismo cartesiano es falso. Por lo tanto, el transgenderismo es falso.

Por lo tanto, el transgenderismo es falso.

Me centraré en la segunda premisa, y para ello daré dos argumentos que favorecen la opinión de que el cuerpo no está separado de la identidad de una persona.

Desde dentro

El primer argumento es "desde dentro". Fíjate en que mientras lees este artículo percibes las palabras en la pantalla y al mismo tiempo entiendes su significado (a menos, claro, que no me haya expresado con suficiente claridad). No es como si entendieras las palabras, pero sólo tu cuerpo las viera. En la jerga técnica, hay un sujeto de acción, tú, que ves y piensas a la vez.

Este hecho de la experiencia humana es el que llevó a Santo Tomás de Aquino a concluir que el cuerpo no está separado de la persona, sino que es esencial:

...es el mismo hombre que percibe tanto el entender como el sentir. El sentir no se da sin el cuerpo; de ahí que sea necesario que el cuerpo sea alguna parte del hombre. (Suma de Teología, I:76:1)

Si estás leyendo las palabras en la pantalla y percibir las palabras implica el cuerpo, entonces se deduce necesariamente que tu cuerpo no está separado de ti—como un coche está separado de un conductor—sino que tu cuerpo con su diseño biológico eres tú. En otras palabras, el cuerpo que te permite sentir las palabras es esencial para tu identidad como persona humana, junto con tu alma racional que te permite comprender el significado de las palabras. No eres sólo tu alma, ni sólo tu cuerpo, sino que eres a la vez cuerpo y alma. Los filósofos llaman a este punto de vista hylemorfismo (en griego, hyle, "materia"; morphe, "forma").

Desde fuera

El segundo argumento es metafísico: adopta un punto de vista en tercera persona al examinar la relación entre el cuerpo y el alma. En un nivel básico, el alma es lo que hace que una cosa viva (ST I-II:75:1). Es el factor que distingue a los seres animados de los inanimados.

Pero al indagar más, descubrimos que el alma también hace que un ser vivo sea el tipo de ser vivo que es, con sus poderes únicos. Si el alma de un ser vivo es su principio vital, que lo es, se deduce necesariamente que el alma es también el principio de las actividades vitales de ese ser. Y como es obvio que hay diferentes seres vivos con diferentes tipos de actividades, entonces debe haber diferentes tipos de almas.

Por ejemplo, las plantas absorben nutrientes, crecen y se reproducen, pero no tienen las facultades de sensación y movimiento de los animales. Por lo tanto, las plantas deben tener un tipo de alma diferente a la de los animales. Se trata de un alma vegetativa o nutritiva. Los animales no racionales tienen las facultades de sensación y movimiento, junto con todas las facultades vegetativas, pero no tienen facultades racionales, es decir, intelecto y voluntad.

Por lo tanto, los animales no racionales no sólo tienen un alma diferente a la de las plantas, sino también a la de los humanos. Éste es un alma sensorial. El ser humano se sitúa en la cúspide de los organismos vivos, ya que encarna todas las facultades de las almas vegetativa y sensorial, además de sus facultades distintivas de intelecto y voluntad. Los filósofos llaman a este tipo de alma un alma racional.

Ahora bien, así como el alma vegetativa es el principio de todas las potencias de las plantas, y el alma sensitiva es el principio de todas las potencias de los animales, el alma racional es el principio de todas las potencias humanas: vegetativa, sensitiva y racional (ST I:76:1). Como concluye Aquino, puesto que las potencias vegetativas y sensitivas pertenecen al cuerpo humano, y el alma racional es el principio de esas potencias corporales, el alma es la "forma" del cuerpo (ST I:76:1).

Lo que esto significa es que el alma está tan unida al cuerpo que ambos forman una sola sustancia: un ser humano. En contra de la idea del dualismo cartesiano, el ser humano no es un "fantasma en una máquina". Tanto tu alma como tu cuerpo conforman lo que eres como ser humano.

Nuestros cuerpos sexuados sí importan

Si mi cuerpo y mi alma forman juntos la única sustancia que soy, entonces se deduce necesariamente que mi cuerpo masculino junto con mi alma me hace ser quien soy. Mi cuerpo masculino no es un accidente de mi identidad personal que pueda cambiar como el color de mi pelo (es decir, si tuviera pelo). Mi cuerpo masculino es esencial para lo que soy como persona humana individual.

Aunque podemos disculpar a Siri por esquivar la cuestión hombre-mujer, no podemos hacerlo con las inteligencias reales encarnadas, es decir, los seres humanos. Génesis 1:27 siempre tuvo razón: "Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó".

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Este artículo fue adaptado al español del artículo original ''One Way to Debunk Transgender Philosophy" de Catholic Answers.

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Junto con Diego Hernández

Los artículos que tengan como autor principal a esta cuenta, son artículos de Catholic Answers (catholic.com) adaptados al español. Los autores secundarios son los traductores.